Vida y Costumbres en Cisneros
Los Carnavales de antaño
Los Carnavales en Cisneros comenzaban el DOMINGO GORDO. La Eucaristía se celebraba en la Iglesia de San Pedro, al igual que las vísperas, donde se exponía al Santísimo durante el domingo, lunes y martes de carnaval. Esto era conocido con el nombre de LAS CUARENTA HORAS.
A la salida de vísperas esperaban a los feligreses LAS MOJIGANGAS, que eran los mozos del pueblo que se disfrazaban con batas viejas, faldas de sus familiares, escobas y las alforjas, en donde guardaban paja, papeles y recortes que lanzaban a los asistentes, pero sobre todo a las mozas. Cuando este ritual finalizaba se acudía al baile. El lunes se celebraba de igual manera.
El martes de carnaval SE SACABA LA CERA de todos los santos. Consistía en que todas las Cofradías religiosas levaban las velas encendidas. Por la tarde se acudía nuevamente al baile.
Durante esos días no faltaban en los hogares los típicos dulces caseros que se hacían en los hornos que existían en Cisneros. Estamos hablando de los sequillos, las rosquillas de palo, las de baño, las galletas y las mariquitas (magdalenas). También en las casas era época de OREJUELAS u HOJUELAS. Lo que no se conocía tanto eran las FLORES.
Los carnavales eran la disculpa perfecta para el intercambio de ropa entre las mozas con primas y amigas.
El domingo siguiente al Miércoles de Ceniza era conocido con el nombre de DOMINGO DE PIÑATA. Era el último día que se podía ir al baile hasta que llegara el deseado Domingo de Resurrección, ese día, comenzaba el baile desde por la mañana.
Durante la Cuaresma las pandillas se reunían las tardes de los domingos en las casas particulares, cada vez en una, allí se jugaba a las cartas y se celebraban pequeñas meriendas. Los novios se encontraban en el Corro o en los Soportales de San Pedro.
Ancianos Ntra. Sra. de los Dolores
Lavadero del Pozo Bueno
Los antiguos lavaderos, además de un sitio de trabajo, eran los puntos de encuentro y de tertulia para las mujeres del lugar. Las mujeres allí reunidas, cantaban, se contaban sus cosas y hablaban de todo lo que sucedía en el pueblo.
Se reunían a lavar la ropa a la orilla de un río, arroyo, en las fuentes o en los pozos, ya que no había agua corriente. Algunas viviendas tenían pozo en Cisneros, los dos puntos de encuentro eran La Huerga o El Pozo Bueno, lugar donde nos encontramos.
Llegaban andando desde sus casas, acarreando sus barreños de ropa sucia. Se acompañaban de una tabla de madera llamada losa o taja, con hendiduras que facilitaba el restregado de la ropa.
También llevaban el jabón que era hecho en casa con sosa y grasa, normalmente la que sobraba de la matanza del cerdo. El jabón una vez elaborado se guardaba en una caja de madera cortando en piezas cuadradas y rectangulares. Después de enjabonar la ropa, la tendían al sol, o la ponían sobre la hierba para que blanquease, dejándola allí hasta el día siguiente. Entonces se aclaraba y se llevaba casa.
La Vendimia
Comenzaremos diciendo que Vendimiar y segar, quien lo hizo no lo podrá olvidar.
La vendimia se lleva a cabo durante el mes de octubre, más o menos por El Pilar. En otros tiempos, había en Cisneros un majuelo, por lo menos, en cada familia. El fruto conseguido era para el consumo y también para la venta. Había muchos tipos de viñas, entre otros estaba el Blanco, Aragonés , Mencía, que era uva negra, Gran negro, Moscatel, Teta de vaca, Berdejo, Híbrido, que se empleaba para dar color a la uva, Jerez, Albillo, Tinta Madrid, que era el utilizado para hacer “La lagareta”, Malvasía o Tempranillo, De Garnacho, que no se cogía porque era ácido,…No sé si nos queda alguno en el tintero. Además de viñas, en los majuelos había también árboles frutales.
Y, como bien hemos dicho antes, eran otros tiempos, los coches brillaban por su ausencia, entonces los desplazamientos eran en carro, burro o andando. En la vendimia se empleaba todo el día y se llevaba la comida al campo, de postre, ya se sabe, las uvas. Se vendimiaba y también se hacía “la Lagareta”, que consistía en aplastar un racimo de uvas de Tinta Madrid en la cara de las mozas y niños, con lo que se les quedaba la cara de color rojo de la tinta y pegajosa del azúcar de las uvas.
El fruto se iba echando en los cunachos o terrenos, luego en los cestos, y por último en el carro. A los que llevaban los terrenos se les llamaba terreristas, y de ahí el refrán que dice que unos valen para vendimiar y otros para llevar cestos.
La tarea en el majuelo ya se acabó, lo siguiente es llevar los cestos del carro al lagar para dejarlos allí no mucho tiempo, porque si no podía coger tufo al hervir la uva.
Se pisaba descalzos o con botas de goma e iba cayendo a una pila, después se sacaba con calderos para echarlo al pozal y por último a la carral. Las personas que lo hacían fuera de sus casas lo trasladaban en pellejas de piel curtida a sus carrales. Esto es el mosto. Lo que iba quedando de pisar la uva se llamaba rampojo, que se amontonaba en el medio del lagar y se prensaba con maderos o con la prensa con la que contaba muchos lagares. El rampojo también iba a servir para sacar de él el orujo dejándole secar y luego quemándolo en el alambique, donde Jesús Villamuza. El que no quería hacer orujo lo dejaba secar y se lo daba a comer a las palomas.
El mosto hervía en las carrales, no pudiendo bajar a las bodegas porque había tufo, ¿y cómo se sabía con exactitud que se podía bajar?, pues con la prueba de la vela encendida, ya que si aún había peligro, la vela se apagaba. Esto duraba unos diez días. Para entonces ya se tenía en las carrales el vino, carrales que se tenían que ir rellenando por que al hervir iban disminuyendo. Se tapaban con madera y arena. Se dejaba reposar durante al menos un mes, y por último se espitaba el vino.
La Matanza
Lo que vamos a relatar se hacía en todas las casas del pueblo, no creo que hubiera alguno que no hiciese la matanza, porque de ella se viviría todo el año puesto que del cerdo se aprovecha todo. A esta fiesta se invitará a familiares y amigos. Ahora lo hemos convertido en una fiesta a recuperar en los pueblos para que no se pierda y por supuesto, sin hacer sufrir al animal, por que como dicen los entendidos en esto del sufrimiento, lo 1º es aturdirle, aunque el resultado final es el mismo, su sacrificio.
Se mata al cochino con un cuchillo pinchando en la papada, no se le pincha en el corazón porque entonces se moriría de repente. Se le sangra cogiendo la sangre, removiéndola para que no se cuaje y poder hacer así después las morcillas.
Se le cubrirá de paja y se le chamuscará, lavándole con agua caliente y raspándole con un cuchillo se logrará quitar el pelo propio de la piel de cerdo. Se le cuelga de una escalera y se le abre, sacándole el vientre, después se le lava con agua.
Aparte se prepara una hoguera para asar la papada que está envuelta en papel.
Se sancuece la sangre, se cocina con la papada y con el hígado, y se hace lo que se conoce con el nombre de picatuesta. El rabo se come asado y las orejas, en muchas ocasiones, sin condimentar ni cocina.
Con la sangre, como ya hemos dicho antes, se hacen las morcillas con cebolla, arroz cocido, cominos, pimienta, sal y manteca. Con un embudo se van metiendo en las tripas del intestino, se cosen y se sancuezen; el agua clara quiere decir que ya están cocidas. Para el consumo se tienen que freír.
El 2º día se estaza el marrano, se escarna y se le pica, la carne se deposita en barreñones y artesas y se la arregla con sal, pimentón agridulce con un poco de picante para que estén alegres, orégano, ajo machacado y agua. Las medidas son 20 g de sal y 30 de pimentón por cada 5 kg de carne. Se mezcla bien esta envuelta y ahí tenemos las jijas, que una vez embasadas serán longanizas que sacaremos al sol para sacarlas el color, y ahora a curarlas en la panera.
Otro producto típico del cerdo que es preciado es el jamón, que para curarlo se pesa y se cubre de sal gorda. Se pone un saco encima para que haga de prensa y hay que sacarle la vena. Así se tiene durante más o menos 21 días y luego a que le de el aire. Se le unta de pimiento picante y vinagre para que no le cague la mosca lo que conllevaría que se nos llenara de gusanos. Podemos esperar 1 o 2 años antes de consumir.
Otro procedimiento para la conserva de la matanza es el entierro, donde la longaniza y el lomo se fríen con aceite y manteca y se guarda en pucheros de barro. También nos lo conservará casi 1 año.
Se ha preparado la salmuera o salpreso con pimiento picante, sal gorda, orégano, hoja del laurel, ajo machacado y agua. En ese condimento se sumergen los huesos, la tira barriguera, las costillas, el lomo y las patas. Después cuando se sacan se ponen al aire libre.
Como hemos dicho al comienzo, del cerdo se aprovecha todo hasta los andares y de una buena matanza antes se vivía todo el año. Esto nos lo vende en la sección de delicates como productos de artesanía, pues no lo dejemos perder.
El verano en un pueblo de Tierra de Campos
La vida en el campo era dura, el verano no tenía descanso para los labradores. Se sembraban lentejas, hieros, muelas, garbanzos, cebada y trigo.
El verano empezaba el día de la Cruz de mayo cuando por la tarde se iba a escardar y finalizaba días antes de la fiesta.La víspera de San Pedro se cogían los agosteros, también llamados jornaleros, a los cuales se les mantenía a jornal con manutención todo el verano. El día de San Pedro ya hacían la mañanada, se marchaban al campo a hacer las linderas de la cebada para que luego la maquina no lo pisara la rueda y pudiera segar bien.
Durante muchos años se esperaba la llegada de los parameses, llamados así porque venían del páramo. Antes de ir al campo se citaban las cuadrillas en la puerta de San Pedro, cantaban y bailaban jotas. Era un espectáculo verlos.
Las lentejas se empezaban a arrancar por San Juan, luego se arrancarían las muelas, después en agosto los garbanzos que se segaban con una hoz, y los hieros se dejaban para lo último, para hacerse con el rocío.
Los únicos días para el descanso y en los que no estaba permitido trabajar eran el de Santiago y la Virgen, durante muchos años también era de obligado descanso el 18 de julio.
Se segaba con la máquina segadora, las gavillas de mies se acarreaban durante la noche y con los carros se llevaba a la era donde se trillaba; estas labores se hacían con tres mulas y dos trillos, o con dos mulas y un trillo. Por si no hubiera quedado bien molido, se movía con las horcas de mies y a las seis de la tarde era el momento de hacer las parvas. Ya por último, antes de recoger el grano en las paneras de las casas, se tenía que abeldar, con una abeldadora o aventadora. Por Santiago se comenzaba con el trigo, pero antes se tenía que barrer bien la era, no sea que se juntaran las distintas clases de granos.
Era imprescindible llevar buena merienda; el motril, era el encargado de llevar al campo el avituallamiento en las mulas, el alimento guardado en alforjas y el agua fresca en los cántaros. Se comía a la sombra del carro o en las casetas, con mantelillo echo de los retales de las camisas. Después de un pequeño descanso, la vuelta al trabajo.
Una vez recogidas las eras, el verano llegaba a su fin, las tareas en el campo terminaban y antes de dar comienzo el nuevo año agrícola se celebraba con regocijo el momento del descanso
En el pueblo se notaba que faltaba poco para la llegada de las fiestas, entre otras cosas, por los preparativos, y eso era algo que se notaba en el ambiente.
Se iba a Villada que siempre fue pueblo de servicios en burra o en carro a comprar el retal para la posterior confección del vestido y a por un par de zapatos; ese sería el atuendo que se utilizaría el resto del año reservado para mudarse los días de fiesta. Lo malo era atravesar la serrana, cuesta que parecía no tener fin.
Las mujeres limpiaban las casas para prepararlas para la llegada de los forasteros y que ésta no desmereciera, encalando las portadas y en muchas ocasiones, repintando y tiñendo con mazarrón la madera, por lo que ahora cuando queremos sacar a la superficie la madera virgen hay tantas capas . Se daba la cera a los portales de las casas, se sacaban los dorados en los almireces, porta-velas,…
Y uno de los últimos preparativos era la elaboración de los dulces que se hacían en los hornos que existían entonces en el pueblo y que eran cuatro: Policarpo, Vicente, la Sra Polonia y la Sra Cirila. Los dulces que se hacían eran sequillos redondos, pastas, galletas, rosquillas de palo y mariquitas. Se compraban los ingredientes que se llevaban al horno del pariente o al que estaba en nuestro barrio. La forma de pago era un plato de dulces al panadero.
Y ya por último, el día de la víspera se llevaba el asado también al horno, arreglado con manteca de cerdo, perejil, ajo, hoja de laurel y un chorro de vinagre. Tampoco faltaría en las mesas esos días el pollo de corral.
Y con la llegada de las pureras a la plaza todo indicaba que de la función estaba muy cerca.
(Familia de antiguos labradores de Cisneros)