Jeringuilla antigua

Como viene siendo habitual, en los actos del Día de Exaltación del Cardenal se celebra un homenaje a personas significativas en nuestro pueblo, vinculadas a nuestro municipio o que realizan una actividad que nos parece merecedora de reconocimiento.

Este año el homenaje va dirigido a un colectivo que hubo de ejercer su actividad en  un medio que inicialmente no tiene nada que ver con el que conocemos hoy, aunque la profesión será igual de gratificante, intentar mejorar la salud y la calidad de la vida de las personas. Donde se daban las relaciones de profesional – paciente de manera totalmente directa, cara a cara, donde el médico conocía vida y milagros del paciente y cuando la relación era casi familiar.

Profesión la de los médicos donde la vocación juega un papel primordial y donde el sentimiento humanitario y el altruismo están presentes en lo cotidiano como rasgo propio y característico.

Estamos hablando de los médicos que ejercían como Médicos de Asistencia Pública Domiciliaria. En aquella época, cuando aún no existía la Seguridad Social tal y como la conocemos hoy, donde se pagaba la Iguala al médico que poseía la titularidad para poder ejercer su profesión y con la que se cubría la asistencia durante las 24 horas. La iguala consistía en una cantidad de dinero según renta y según número de hijos que se tuviera. Además el titular percibía una cantidad fija por parte del Estado que estaba dirigida a cubrir esa asistencia, de manera gratuita, a la beneficencia y aquellas personas que no tuvieran posibilidad alguna de hacerlo. Los médicos vivían en la localidad donde ejercían, ya que los coches no abundaban y la gente no tenía posibilidad de desplazarse tan fácilmente como ahora. Tampoco funcionaban los Centros de Salud donde se hicieran las guardias, sino que el médico tenía que estar disponible las 24 horas y los 365 días al año.

Se enviaba el parte semanal donde se señalaban epidemias si las hubiera, alguna enfermedad extraña, la analítica del agua,..

Tampoco existen las historias clínicas, lo que les obliga a almacenar muchos datos en la cabeza.

Cubrían la asistencia con muchos menos medios y con muchas menos posibilidades que las actuales, donde las condiciones de salubridad dejaban mucho que desear  y donde nos imaginamos, también estaría presente ese sentimiento de impotencia al no poder hacer más por el enfermo al no disponer de todo lo necesario y ser muy limitados los recursos en el medio rural.

Nuestro homenaje va dirigido a cuatro profesionales que ejercieron como médicos, unos como titulares, otros no, en nuestro pueblo de Cisneros.

Hablamos de  D. Félix, D. Antonio Carlón, D. Juan de Sahagún Pérez Sánchez y D. Mariano Grajal.

A continuación daremos cuatro  pinceladas de cada uno de ellos.

Comenzamos por:

 D.Antonio Carlón Hurtado

Don Antonio Carlón Hurtado, nació el 10 de agosto de 1875, en Cisneros y era el tercero de ocho hermanos, que habiendo quedado huérfanos, pudieron  salir todos adelante, gracias al apoyo y ayuda económica  de un  tío suyo, por parte de madre, que estaba soltero.

Estudió la carrera de Medicina en Valladolid, donde alternaba sus estudios con la entonces denominada “estudiantina”, en la que cantaba y  tocaba el laúd, a la vez que animaba a sus hermanos pequeños, en sus cartas, a seguir estudiando.

El 6 de octubre de 1906,  tomó posesión de su cargo como Inspector municipal de Sanidad en Cisneros, tenía entonces 31 años.  Aunque era de aspecto serio, también le gustaban las artes escénicas, y en sus ratos libre se ofreció para dirigir y ensayar obras de teatro, comedias, con personas  del pueblo.

En 1914, contrajo matrimonio con Doña Alegría Gullón Martínez, natural de Albacete, a quien conoció en Palencia y vivieron en Cisneros, en la casa del rincón de la Plaza, que linda con la calle Mayor y con la calle de las Almireces. Allí nació, un año más tarde, su primer y único hijo, Antonio Carlón Gullón, ya fallecido,  a quien últimamente recordamos por sus memorias de Cisneros, que van siendo plasmadas en el boletín de la Fundación: El Pozo Bueno.

Más adelante, el médico se trasladó con su familia a vivir a otra casa, de la misma Plaza pero  esquina con la calle Santa Ana, actualmente denominada Plaza de España. Allí, ya estando enfermo, pudo ver de meses a su primer nieto llevado desde Burgos en un capazo, Antonio Carlón Palacios y al que  seguirían otros tres que no llegó a conocer. Falleció, días después, en dicha casa, a los 77 años, el 11 de noviembre de 1952, yaciendo desde entonces en el Cementerio del pueblo.

 Su familia recuerda haber oído decir, lo duro de ejercer su profesión de médico rural, en aquella época… llamadas nocturnas, entre candiles y palmatorias a las que había que hacer frente, en los fríos inviernos castellanos, saltando de la cama, echándose la capa y subiendo al caballo, sujetando un farol, para intentar ayudar a una persona,  quizá moribunda, o abrir la puerta para curar una grave hemorragia, o paliar el dolor incesante de un enfermo…con los escasos recursos de aquél momento…

Continuamos con D. Félix

Natural de Cisneros. Médico especialista cirujano de  otorrinolaringología, y muy bueno, ejerciendo en León donde pasaba consulta. Posteriormente puso consulta en Palencia.

Casado con flora Fernández Urrutia, con quien tuvo dos hijas, Rosario y conchita.

Cuando se instala en Cisneros, la titularidad de la plaza la tiene D. Juan, pero él pasa consulta a nivel privado, visitando  a los enfermos.

Además fue Alcalde durante y después de  la guerra, y llegó a ser Diputado en Cortes en Madrid.

Como un hecho significativo que se recuerda a día de hoy es cuando el 9 de septiembre  y estando la guerra en plena acción, vino a Cisneros la camioneta buscando a personas de la localidad que no profesaban con la ideología del movimiento, para darles lo que se conocía “el paseillo”, entonces su padre D. Carlos  avisa a su hijo que era el alcalde, y éste se opone y bajo su responsabilidad en el cargo se opone rotundamente a que esos 25vecinos, más o menos, sean llevados. Donde es famosa la frase. Cisneros no se vestirá de luto en los días de su patrona.


Juan de Sahagún Pérez Sánchez

Natural de Salamanca. Contrajo matrimonio con Felicidad Sánchez Montero, con la que tiene dos hijas: Fifi, ya fallecida, y Mariloli.

Toma posesión de su plaza en Cisneros cuando se jubila D. Antonio, donde ejercerá durante 37 años, hasta que se jubila a los 70 años.

Durante los últimos años es asistido por D. Mariano, ya que como la asistencia es domiciliaria durante las 24 horas, cuando le llamaban por la noche acudía por él d. Mariano. También durante el mes de vacaciones.

Era una persona muy campechana, acudía a ver a los enfermos y se sentaba en su cama. Un día, visitando el recogimiento de los pobres a un paciente, se llenó de piojos, pasando a visitar a continuación a otra familia donde dejó varios de esos piojos.

Era muy humanitario, poniendo su coche siempre a disposición de los enfermos para ir a la ciudad a la clínica. Alguna vez dejaba debajo de la almohada 5 pts cuando veía que esa familia andaba muy necesitada de recursos.

También fue conocido en Cisneros  por tener el primer acuario y la primera, y creo la única mona, que se llamaba Bilba, al haber venido de Bilbao y que saltaba por los tejados; en más de una ocasión Emeterio tenía que avisar porque se metía en el almacén del Sindicato. Fundó la cofradía de San Cristobal, fiesta que se sigue, hoy en día celebrando, llevando en su coche al santo. Y tuvo la primera máquina de cine poniendo películas para el pueblo. Si algo recuerda su hija fue lo felices que fueron en Cisneros.

Fallece a los 71 años, solamente un año después de jubilarse. 


Finalizamos con D. Mariano Grajal

Natural de Cisneros, nace el 22 de octubre de 1920. hijo de Fructuoso Grajal Regaliza y Águeda Salán Gómez, quien fallece cuando tiene siete años.

Casado con Juliana Carlón Sancho, también natural de Cisneros, con quien tiene una hija, Ana María.

Estudia medicina en Valladolid, siendo la primera promoción después de la guerra que los estudios duran seis años, en vez de siete. Ya siendo estudiante, se encontró con un vecino de Cisneros que sufre un accidente y padece una fractura de cráneo a quien atiende rápidamente y al que él siempre considera su primer paciente

Su primera titularidad estando soltero la ejerce en Valle de Cerrato, continuará en Villacidaler, ya casado y con  hija, luego en San Román y Pozo de Urama, que es cuando se compra su primer coche, ya que antes asistía en bicicleta, un seiscientos que solo le durará un año, dado el estado de la calzada, ya que no había carretera sino que eran caminos en mal estado. Finalmente toma posesión en Cisneros, donde ya residía, y como hemos dicho antes, ayuda en muchas ocasiones a D. Juan. Aquí permanece hasta que se jubila a los 66 años.

Tiene dos asistencias sanitarias a través de Muface que asiste a los funcionarios, y como médico de la Seguridad Social.

Experto en curar la brucelosis, las maltas, ya que no interrumpía el tratamiento en fines de semana ni en festivos, poniéndose a disposición del enfermo, al que atendía a cualquier hora y cualquier día en su casa para administrar los tratamientos necesarios. De esta manera los niños no dejaban de acudir al colegio ni la gente faltaba al trabajo.

Una anécdota graciosa fue cuando llega una enfermera nueva que no era de esta zona, a la hora de pautar escucha, en vez de desayuno, comida, cena, a cada postura. Entonces le pregunta al médico Oiga, D. Mariano, de que postura se tiene que poner el paciente para tomar las pastillas?

Se jubila después de 41 años de servicio, sin constancia alguna por escrito por parte de las instituciones, enterándose de su jubilación porque se presenta el nuevo médico titular en su casa.

Fallece el 30 de enero de 1988, un año después de su jubilación.

Desde esta Fundación Cardenal Cisneros, sirva este pequeño homenaje como reconocimiento y gratitud, en nombre de los enfermos atendidos, en nombre de sus familias, por su dedicación y desvelos.

En nombre de lo que represento y en el mío propio, de verdad, muchas gracias por esta labor realizada en nuestro pueblo, en Cisneros.

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