RESEÑA HISTÓRICA
Fray Francisco Jiménez de Cisneros, Cardenal y Regente.
Ilustre personaje, que por méritos propios, alcanzó las más altas cotas dentro de la religión y la política de la España de los Reyes Católicos, nació en el año de 1436 (se ignora día y mes), imponiéndole, al ser bautizado, el nombre Gonzalo, al igual que su antecesor el famoso «Caballero de la Banda» (sepultado en bello sepulcro existente en Cisneros).
Fue su padre, Don Alonso Jiménez de Cisneros, de la estirpe de los Cisneros, nacidos en la villa de este nombre y de ilustre linaje, que como dice Luys Santa Marina «i Cisneros!, nada de pelantrines ni hidalguillos obscuros; renuevo de los duques de Cantabria, progenitores de reyes viejos astures, y por su abuela doña María de Bayona, de las casas reales de Aragón y Navarra; sangre vieja y antigua, cuyo solar era inmemorial; señores de horca y cuchillo, comendadores de Santiago, caballeros de la Banda, primo -el padre- en cuarto grado de la Reina Católica…» Su madre, doña Marina Sánchez de Astudillo, hija de Luján de la Torre, de cuyo matrimonio nacen tres hijos: Gonzalo, Juan y Bernardino.
Aprendió Gonzalo los primeros latines en Cisneros, junto a su tío Don Alvar, (enterrado en la Iglesia-museo de san Pedro), clérigo afincado en esta villa. Posteriormente pasa a Alcalá, donde es instruido en gramática. Después marcha a Salamanca, donde estudia derecho civil y eclesiástico.
Terminados estos estudios con mucho aprovechamiento, regresa al hogar paterno abriendo un despacho de abogado. Marcha a Roma, se ordena de sacerdote y destaca en el tratamiento de las leyes. A la muerte de su padre, regresa a su hogar, trayendo consigo unas «letras expectativas» del Papa Pablo II para posesionarse del primer beneficio que quedara vacante en su diócesis.
Enfrentamiento de Gonzalo con su arzobispo, Alonso Carrillo, por el arciprestazgo de Uceda, condenándole a sufrir prisión por periodo de unos diez años, primero en la torre de Uceda y después en el castillo de San Torcaz. Libre de cautiverio (1475) y tomado posesión del beneficio que en ley le correspondía, permutándole en cuanto pudo por la Capellanía Mayor del Cabildo de Sigüenza (1477), de donde era obispo don Pedro González de Mendoza, el cual, contra la voluntad de Cisneros le nombra Vicario General de la diócesis.
Cisneros decide entrar en la orden de San Francisco (1480), retirándose al monasterio de La Salceda, profesando y cambiando su nombre por el de Fray Francisco. De allí pasó a San Juan de los Reyes ya El Castañar, viviendo como un auténtico asceta.
A instancias del cardenal Mendoza, Cisneros es nombrado confesor de la reina Isabel La Católica, accediendo al cargo después de muchas vacilaciones y reservas.
Con entusiasmo emprende la reforma monacal, asunto que le dará muchos y variados dolores de cabeza, a la vez que es nombrado, némine discrepante (por unanimidad), Provincial de la Orden franciscana en las Castillas.
A la muerte del Cardenal Mendoza ya ruego de éste, Cisneros es nombrado Arzobispo de Toledo, cargo de gran renombre e importancia en la España de entonces.
Por mandato y mecenazgo del propio Cisneros, se inicia en 1500 la construcción de la Universidad de Alcalá, que dará gran prestigio a las ciencias y las artes, así como a la edición de la Biblia Políglota y Complutense (1514-1517), en seis tomos en folio compuesta simultáneamente en cuatro idiomas: latín, griego, hebreo y caldeo, que Albar Gómez de Castro -notable biógrafo del Cardenal-, denomina a esta vasta creación «obra como de milagro».
A la muerte de la reina doña Isabel y posteriormente a la del rey don Fernando, es nombrado Cisneros, por dos veces Regente de Castilla, cargo que desempeña con verdadero ímpetu y decisión.
Cardenal e Inquisidor de las Españas, conquistador de Orán, mecenas de las artes y las ciencias, murió en Roa el domingo 8 de noviembre de 1517, camino del encuentro del que iba a ser emperador de medio mundo, don Carlos I, al que con gran disgusto, no pudo conocer. Contaba ochenta y dos años de edad y veintidós de mitra y báculo.
En un bello a la par suntuoso sepulcro de mármol de Carrara, fue enterrado, este insigne y preclaro hombre, en la capilla del Colegio Mayor de San IIdefonso de Alcalá, donde moran por los siglos los restos mortales, del ínclito sacerdote, mecenas y estadista.
En Cisneros, su villa solar, lugar de nacimiento y de reposo secular de sus ilustres antepasados, nos dejó este gran hombre a la vez de humilde franciscano, los grandiosos artesonados -de belleza ingente- que luce la monumental iglesia parroquial de San Facundo y San Primitivo, el que embellece el ábside de la ermita del santo Cristo del Amparo y los desaparecidos, cuyos restos están en vías de ser recuperados, de la Iglesia museo de san Pedro y de la derruida Iglesia de san Lorenzo.
También nos legó la herencia, de uno de los primeros Pósitos de los creados por su patrocinio en España y que dieron el fruto deseado en beneficio de la tan maltratada economía rural del momento.